martes, 15 de abril de 2014

ENFERMEDADES COMUNES EN LOS HOGARES
1. EL ASMA




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Asma

¿Qué es el asma?

El asma es una enfermedad respiratoria crónica, que se caracteriza por un aumento de reactividad de las vías aéreas de menor calibre llamadas bronquios. Esto significa que ante diferentes estímulos como el frío, el ejercicio, o ciertas sustancias que producen alergia (denominadas alérgenos), los bronquios se inflaman y disminuyen su diámetro, cerrándose de forma reversible. Esta es la principal diferencia del asma con la bronquitis crónica, en la que los bronquios disminuyen de calibre de manera irreversible. El asma es una enfermedad muy frecuente en niños. 
Sus síntomas más comunes son la sensación de falta de aire o disnea, la tos, la sensación de opresión en el pecho y la “autoescucha” de silbidos en el pecho llamados sibilancias. Cuando los síntomas empeoran se produce unacrisis de asma, que puede durar varios días en función de la severidad del cuadro. Entre las reagudizaciones o crisis suele haber períodos asintomáticos, en los que los pacientes se encuentran bien o con síntomas leves.

A quién afecta el asma

Se estima que el asma afecta a alrededor del 5% de la población mundial, cerca de 300 millones de personas. En el caso de los niños es todavía más frecuente, con una prevalencia mayor del 10%.
Aunque puede aparecer a cualquier edad, es más frecuente que se inicie en la infancia, etapa en la que suele estar relacionada con un componente alérgico. Otros factores que influyen en el desarrollo del asma infantil son los antecedentes de asma y tabaquismo en los padres, especialmente en la madre.
En los adultos es más frecuente la asociación con sinusitis (inflamación de la mucosa que tapiza las cavidades que hay en los huesos alrededor de la nariz, llamadas senos), pólipos nasales, y sensibilidad a la aspirina o anti-inflamatorios relacionados con la aspirina. También es habitual la relación con ciertas exposiciones ocupacionales (en el lugar de trabajo) como el polvo de madera, resinas plásticas o polvos orgánicos.

Causas del asma

El asma es una enfermedad inflamatoria de los bronquios, que hace que estos se obstruyan y sean muy sensibles frente a una gran cantidad de estímulos del ambiente. La inflamación de los bronquios causa un aumento en la producción del moco, que además es más viscoso, por lo que se expulsa con dificultad. El aumento de sensibilidad de los bronquios se denomina hiperreactividad y hace que los bronquios se cierren ante determinados estímulos como el ejercicio, el aire frío, las infecciones víricas, el humo del tabaco, el olor a pintura, etc.
Cuando se habla de causas de asma es necesario distinguir entre las causas del asma propiamente dichas o factores etiológicos, y los factores desencadenantes que, aunque no producen la enfermedad, pueden desencadenar una crisis en una persona que previamente padecía asma.

Factores etiológicos

  • Componente genético: muchos pacientes tienen familiares con asma.
  • Exposición a neumoalergenos: son sustancias que pueden producir alergia, en concreto, síntomas respiratorios. Los más importantes son: ácaros del polvo, pólenes de plantas (gramíneas, parietaria, olivo, platanero…), animales domésticos (pelo y escamas de su piel como el del perro, gato o hámster), hongos microscópicos (domésticos o no, crecen en lugares húmedos), factores ambientales y laborales (tabaco, polvo de madera, metales…).

Factores desencadenantes

Los más importantes son los relacionados con el clima (frío, humedad, nieve…), el ejercicio físico intenso, los ambientes contaminados, especialmente por el humo del tabaco, las infecciones respiratorias, y algunos fármacos como la aspirina y derivados.

Tipos de asma

Existen varias clasificaciones de los tipos de asma.

Tipos de asma en función de los factores desencadenantes

  • Asma alérgica: aparece en relación con la exposición a sustancias alérgicas o neumoalergenos como el polen de las plantas, ácaros del polvo, o pelo de animales como perros y gatos. Suelen existir antecedentes familiares o personales de alergia.
  • Asma estacional: su aparición está relacionada con el polen de las plantas; empeora en primavera o a finales de verano.
  • Asma no alérgica: las crisis se desencadenan por sustancias irritantes (como el humo del tabaco, el humo de leña, desodorantes, pintura, productos de limpieza, perfumes, contaminación ambiental…etc.), infecciones respiratorias (gripe, sinusitis…), aire frío, los cambios repentinos de temperatura, o el reflujo gastroesofágico.
  • Asma ocupacional: las crisis se desencadenan por la exposición a sustancias químicas del lugar de trabajo, como polvo de madera, metales, compuestos orgánicos, resinas plásticas…etc.
  • Asma inducida por el ejercicio: desencadenada por el ejercicio o la actividad física. Los síntomas se presentan mientras el paciente realiza ejercicio, o poco tiempo después de finalizar la actividad física.
  • Asma nocturna: se puede presentar en pacientes con cualquier tipo de asma. Los síntomas empeoran a media noche, especialmente de madrugada.

Tipos de asma en función del nivel de control

  • Asma controlado: sin síntomas diarios o nocturnos; no necesita medicación de rescate. Las reagudizaciones son muy poco frecuentes.
  • Asma parcialmente controlado: síntomas diurnos dos o más veces por semana, con algún síntoma nocturno. Es necesario el uso de medicación de rescate más de dos veces por semana, y las reagudizaciones son más frecuentes (una o más por año).
  • Asma no controlado: con tres o más características del asma parcialmente controlado, las reagudizaciones son semanales.

Tipos de asma en función de la gravedad y frecuencia

En función del grado de obstrucción de las vías respiratorias (medido con espirometría), y la gravedad y frecuencia de presentación de los síntomas, se clasifica en los siguientes tipos de asma.
  • Asma persistente: los síntomas aparecen durante todo el año, y asma intermitente si solo se presentan en momentos determinados.
  • Asma intermitente: los síntomas aparecen dos o menos veces por semana, y los síntomas nocturnos aparecen dos o menos veces al mes. Las crisis de asma o exacerbaciones suelen ser breves, y entre una crisis y la siguiente el paciente permanece asintomático. En las pruebas de función pulmonar, el FEM y/o FEV1 es mayor del 80% (se considera como normal el 100%), y la variabilidad es menor del 20% (los valores de las pruebas de función pulmonar o espirometría no cambian tras administrar medicación para dilatar los bronquios o broncodilatadores).
  • Asma persistente leve: los síntomas aparecen más de dos veces por semana, pero no a diario, y los síntomas nocturnos aparecen más de dos veces al mes, pero no todas las semanas. En las pruebas de función pulmonar, el FEV1 es mayor del 80%, y la variabilidad se encuentra entre el 20 y el 30%.
  • Asma persistente moderado: los síntomas aparecen todos los días, afectando la actividad normal y el sueño. Los síntomas nocturnos aparecen todas las semanas al menos una noche. El FEV1 está entre el 60 y 80%, y la variabilidad es mayor del 30%.
  • Asma crónico: los síntomas son continuos. Las crisis o reagudizaciones son muy frecuentes y graves. Los síntomas nocturnos son prácticamente diarios. El FEV1 es menor del 60%, y la variabilidad mayor del 30% (los valores de la espirometría mejoran mucho tras administrar medicación broncodilatadora).

Síntomas del asma

Los síntomas del asma varían de unas personas a otras, tanto en el tipo, como en su gravedad y frecuencia de aparición. Habitualmente los pacientes presentan periodos asintomáticos, seguidos por otros en los que los síntomas se agudizan, y cuya intensidad puede llegar a ser muy grave. Los síntomas más frecuentes son:
  • Tos: es generalmente irritativa, con pocas flemas, y en ocasiones absolutamente seca. Suele cursar en forma de accesos de tos, sobre todo por la noche y con el esfuerzo físico.
  • Dificultad para respirar o disnea: generalmente al hacer ejercicio. En casos de reagudizaciones graves puede aparecer al hablar, o incluso en reposo.
  • Sibilancias: silbidos en el pecho que se escuchan con el fonendoscopio al explorar al paciente, y que son producidos por el paso del aire a través de las vías aéreas más estrechas.    
También puede producir sensación de opresión en el pecho, mucosidad espesa que cuesta expulsar, y síntomas nasales como picor, estornudos, taponamiento…

Diagnóstico del asma

Para llegar al diagnóstico es necesario:

Historia clínica

El asma es una enfermedad con una evolución variable, que intercala períodos asintomáticos con otros de agudización de la intensidad de los síntomas. Es muy característica la tos seca y pertinaz, que aparece generalmente por las noches, la sensación de opresión en el pecho que impide respirar, la falta de aire al hacer ejercicio, o los silbidos en el pecho durante un resfriado común. Además, es necesario preguntar por los antecedentes familiares de asma o de alergia, la exposición a sustancias tóxicas en el ambiente de trabajo, o la historia conocida de alergias previas.

Radiografía de tórax

La radiografía de tórax permite evaluar la presencia de complicaciones y descartar otras enfermedades con síntomas similares, como infecciones del aparato respiratorio, aspiración de cuerpos extraños, o malformaciones de los bronquios.

Pruebas de función pulmonar o espirometría

Es una prueba fundamental para el diagnóstico y seguimiento del asma, y mide la cantidad y velocidad de salida del aire durante la espiración (cuando los bronquios están obstruidos el aire tarda más tiempo en salir). El parámetro que se utiliza es la cantidad de aire que se expulsa en el primer segundo (FEM o FEV1), y determina el grado de obstrucción de las vías respiratorias. Se considera como valor normal el 100%. La prueba se completa administrando un medicamento que aumenta el calibre de las vías respiratorias (broncodilatador) y repitiendo después la prueba (de esta forma se pone de manifiesto que la obstrucción es reversible, ya que en personas asmáticas los resultados de la espirometría mejoran tras la medicación).
Si el diagnóstico no está claro se puede realizar una prueba de provocación bronquial, inhalando de forma controlada una sustancia (generalmente metacolina o histamina) que disminuye el calibre de los bronquios, y repitiendo posteriormente la prueba.

Monitorización en el domicilio

Se utiliza un aparato similar a un espirómetro portátil, de manejo sencillo, y que mide el flujo espiratorio máximo o FEM (cantidad de aire que se expulsa en la espiración). Consiste en una carcasa de cartón, con un muelle que se moverá al pasar el aire dejando una marca. Sirve para detectar un empeoramiento de manera precoz, medir la respuesta a un tratamiento, o identificar sustancias que desencadenan los síntomas.

Prick test

Se utiliza para el diagnóstico de las enfermedades alérgicas. Se realiza inyectando en la cara anterior del antebrazo pequeñas cantidades de sustancias denominadas alergenos, y midiendo después la reacción cutánea que producen (generalmente en forma de enrojecimiento o habón).

Tratamiento del asma

El asma tiene dos tratamientos posibles: la prevención para evitar su aparición, y el control de los síntomas cuando la prevención fracasa y es inevitable que se desencadene una crisis, más o menos intensa.

Tratamientos del asma: medidas no farmacológicas

El objetivo de estos tratamientos es evitar, en la medida de lo posible, las causas que producen o desencadenan la enfermedad.
  • Pólenes: los días de viento, secos y soleados, que es cuando hay una concentración mayor de polen, es mejor no salir, salvo que sea imprescindible, y en ese caso permanecer al aire libre el menor tiempo posible; evitar salir al campo y hacer ejercicio al aire libre, viajar con las ventanillas del coche cerradas y utilizar filtros antipolen en el aire acondicionado; usar gafas de sol con protección lateral para evitar el contacto del polen con los ojos; y ventilar la casa durante 15 minutos por las mañanas, para que el resto del día permanezca cerrada.
  • Ácaros del polvo: disminuir, siempre que sea posible, la humedad ambiental; evitar las alfombras, moquetas, cortinas, tapicerías, así como un exceso de objetos decorativos, ya que todos estos elementos acumulan polvo; escoger muebles que se limpien fácilmente con un paño húmedo; lavar la ropa de cama al menos dos veces por semana; utilizar aspirador controlando la limpieza de los filtros, y usar fundas antiácaros para el colchón y la almohada.
  • Hongos: no pasear por terrenos húmedos en otoño y en invierno tras la caída de la hoja, ventilar asiduamente las estancias oscuras y húmedas de la casa, eliminar las posibles manchas de humedad de las paredes, techos y  ventanas y utilizar pinturas anti-moho, evitar el exceso de plantas dentro de la vivienda y no visitar graneros, bodegas, sótanos, o lugares similares donde puedan prosperar estos organismos.
  • Animales: sacar al animal de la vivienda y realizar después una limpieza exhaustiva. Si esto no es posible, impedir que el animal entre en el dormitorio, y lavarlo una vez por semana. Existen, además, productos que disminuyen la “carga alérgica” mejorando así los síntomas.
  • Fármacos: alrededor del 10% de las personas con asma tienen intolerancia al ácido acetil salicílico (aspirina) y sus derivados, por lo que debe evitarse su ingestión.

Tratamiento médico del asma

Los dos grandes grupos de medicamentos indicados para el asma son los antiinflamatorios y los broncodilatadores.
  • Antiinflamatorios: los más utilizados son los corticoides (beclometasona, budesonida, fluticasona); disminuyen la inflamación de los bronquios. Existen formulaciones por vía inhalatoria o por vía oral o intravenosa en caso de reagudizaciones más graves. Otros medicamentos antiinflamatorios son las cromonas, que se utilizan por vía inhalada (cromoglicato y nedocromil sódico) y los antileucotrienos, que se toman en forma de pastillas (montelukast y zafirlukast).
  • Broncodilatadores: se utilizan agonistas beta 2 (salbutamol, terbutalina, salmeterol y formeterol), anticolinérgicos (bromuro de ipratropio) y metilxantinas, y su función consiste en aumentar el diámetro del bronquio. Se administran de forma inhalada (mediante spray), ya que así llega mayor cantidad de fármaco al pulmón, con menos efectos secundarios para el organismo. Existen varios tipos: cartucho presurizado, cámara de inhalación o polvo seco.
  • Inmunoterapia: se emplea únicamente en los pacientes sensibles a un alergeno, en los que no se ha conseguido una respuesta adecuada del asma, a pesar de seguir un tratamiento farmacológico y cumplir unas medidas de evitación apropiados. Se administra en el hospital por personal especializado.
  • Antihistamínicos: no controlan el asma pero sí son útiles para disminuir los síntomas alérgicos como picor en la nariz, estornudos, enrojecimiento de los ojos...

Recomendaciones para el asma

Todos los pacientes asmáticos saben que el ejercicio les puede provocar una crisis, sin embargo, la actividad física es fundamental para llevar una vida sana y respirar mejor. Por eso es importante el ejercicio físico, pero adoptando una serie de precauciones: tomar la medicación (generalmente broncodilatadores inhalados) antes de comenzar, realizar un calentamiento controlado y progresivo, dosificar el ejercicio a intervalos, evitar los ejercicios máximos en intensidad, y tener siempre a mano la medicación. 
  • Fisioterapia respiratoria: incluye una serie de ejercicios que ayudan a respirar mejor y mejoran la mecánica respiratoria. Son muy útiles en las crisis o reagudizaciones.
  • Revisiones periódicas: los pacientes con asma deben acudir de forma periódica a la consulta de neumología, donde les realizarán una espirometría para ver la evolución de la enfermedad y la respuesta al tratamiento.
  • Medicación: es fundamental tomar la medicación todos los días (generalmente inhalada), aunque el paciente se encuentre bien. De esta forma, la inflamación está controlada, evitando así la aparición de reagudizaciones.

Signos de alarma

Hay algunos signos de alarma que estos pacientes deben conocer y que aparecen en las crisis o reagudizaciones.
  • Sensación de ahogo al estar sentado o caminar despacio
  • Dificultad para hablar
  • Fatiga que no se alivia a pesar de utilizar el inhalador repetidas veces
  • Aparición de síntomas por la noche con frecuencia
  • Coloración azulada de los labios y las yemas de los dedos
En estos casos hay que acudir a urgencias para una correcta valoración por el médico y poder recibir el tratamiento adecuado. Puede ser necesario el ingreso en el hospital en situaciones graves

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